Si operas tu negocio en línea, probablemente estarás algo familiarizado con el procesamiento de pagos con tarjeta de débito y crédito. Sin embargo, más que aceptar pagos con tarjeta, necesitas optimizar tus pagos para evitar pérdidas. Desmitificar el proceso de pago proporciona a las empresas un mayor control y, en última instancia, les permite aumentar sus tasas de aprobación de tarjetas y de conversión.
¿Qué ocurre realmente cuando un cliente introduce los datos de su tarjeta en una página de pago en línea y hace clic en "pagar"? El dinero se mueve. Las cuentas se cargan y se abonan. La gente paga y cobra, pero ¿qué ocurre entre medias? Un adquirente comercial es un paso vital en el proceso de pago con tarjeta y se encarga de procesar las transacciones.
También conocido como banco adquirente o banco comercial, el adquirente es una institución financiera que gestiona la cuenta de un comerciante para que éste pueda aceptar tarjetas de crédito o débito. Esencialmente, es un banco que presta servicios a los comerciantes.
El adquirente liquidará las transacciones con tarjeta en la cuenta de un comerciante y, en algunos casos, el procesador de pagos y el adquirente son lo mismo. Es importante destacar que el adquirente debe estar autorizado por los reguladores financieros y que las redes de tarjetas y los comercios trabajan con un adquirente para procesar los pagos a cambio de una comisión.
Un adquirente tiene las siguiente funciones:
Un banco adquirente actúa como un intermediario financiero en las transacciones con tarjetas de crédito o débito. Durante una compra, ya sea en línea o en una tienda, el banco adquirente recibe la información de pago del cliente. Este verifica la validez de la tarjeta y confirma si hay fondos disponibles para completar la transacción. Si los criterios son satisfactorios, el banco adquirente facilita la transferencia de fondos al vendedor, restando una tarifa por su servicio.
La diferencia fundamental entre un banco emisor y un banco adquirente radica en sus roles dentro del ciclo de una transacción hecha tarjeta de crédito o débito:
Banco Emisor: Es la entidad financiera que emite las tarjetas de crédito o débito a los consumidores. Este banco es responsable de garantizar que el titular de la tarjeta tenga suficiente crédito o fondos en su cuenta para cubrir las transacciones que realiza. Cuando un cliente compra algo con su tarjeta, el banco emisor autoriza o rechaza la transacción basándose en el estado de la cuenta del cliente.
Banco Adquirente: Este es el banco del comerciante, es decir, la entidad que facilita el procesamiento de transacciones con tarjetas para las empresas que aceptan pagos con tarjeta. El banco adquirente recibe la solicitud de autorización del comerciante, la envía al banco emisor para su aprobación y, una vez autorizada, gestiona la transferencia de fondos del banco emisor al comerciante, menos las comisiones correspondientes por la transacción.
En resumen, el banco emisor se preocupa por el lado del cliente de la transacción, asegurando que haya crédito o fondos disponibles, mientras que el banco adquirente se centra en el lado del comerciante, manejando la recepción y el procesamiento del pago.
La distinción clave entre un banco adquirente y un procesador de pagos reside en las funciones específicas que desempeñan dentro de la cadena de transacciones. Aunque la secuencia de acciones se ejecuta en segundos, cada actor juega un rol crítico para asegurar la fluidez, seguridad y efectividad de los pagos.
El banco adquirente es quien recibe los pagos por parte de los clientes en nombre del comercio. Por otro lado, el procesador de pagos tiene la tarea de manejar los detalles técnicos de cada transacción. En este proceso, no hay contacto directo entre el comerciante y el procesador de pagos; cada uno opera en diferentes etapas del procedimiento de pago.
Aunque las entidades adquirentes hacen lo mismo o parecido en cuanto al encaminamiento de los mensajes de pago y la liquidación de los fondos, no todas son iguales.
Algunas son fuertes en determinados mercados o regiones, mientras que otras son capaces de procesar pagos a escala mundial. Algunos han desarrollado productos y servicios para sectores, geografías o modelos de negocio específicos. Otras ofrecen una propuesta general de comercio electrónico o minorista, o ambas cosas.
Entonces, cómo elegir la entidad adquirente adecuada? Cinco preguntas a tener en cuenta:
1. ¿Qué servicios específicos se ofrecen para mi empresa?
La mayoría de las entidades adquirentes ofrecen un paquete estándar para negocios generales de comercio minorista o electrónico. Sin embargo, si diriges un negocio de suscripción, deseas aceptar pagos tanto en la aplicación como en línea. Si no tienes requisitos específicos de un sector o país, pregunta a una entidad adquirente potencial sobre lo que está disponible para tu negocio.
2. ¿Cómo se desarrollará mi negocio en los próximos años?
Piensa si tienes previsto expandirte a través de nuevos canales de venta o geografías (nacionales e internacionales). Del mismo modo, considera si cambiarás el enfoque de tu producto, sector o cliente. Esto puede influir en el adquirente y la aceptación de pagos que elija en la actualidad.
3. ¿Qué tipos de pago se ofrecen?
Los distintos grupos de clientes y países tienen sus propias formas de pago. Dependiendo de a quién venda y dónde, puede merecer la pena considerar un adquirente capaz de ofrecer métodos de pago locales o alternativos además de las tarjetas, por ejemplo, transferencias bancarias, pagos por móvil, BNPL, etc.
4. ¿Qué divisas se admiten?
Si vende en línea o tiene tiendas físicas en más de un país, tiene sentido fijar los precios en la moneda local. Averigüe si un adquirente potencial puede permitirlo, además de cómo funciona la liquidación de las ventas.
5. ¿Cómo puede mi empresa sacar más partido de una relación adquirente?
Aceptar pagos digitales podría ayudar a digitalizar otros aspectos de tu negocio: la fidelidad de los clientes, la liquidez y la conciliación, por nombrar sólo tres. Considera el apoyo disponible de un adquirente potencial, tanto en términos de productos como de personas. Pagar es mucho más que cobrar.
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